miércoles, 15 de abril de 2009

Las elecciones internas del PRD

El pasado 15 de marzo se llevó a cabo el proceso de selección de los candidatos que van a representar al Partido de la Revolución Democrática (PRD) de cara a las elecciones de julio del presente año. Es un proceso que todavía no termina y que ha demostrado ser, por lo menos, uno muy tortuoso y complicado para el Partido. Las acusaciones entre grupos, quema de boletas, la supuesta compra de votos, las descalificaciones, la entrega de despensas, el incumplimiento de pactos y la polarización son algunos de los resultados de estas elecciones.

Las elecciones fueron parte del Plan de Estrategia Electoral elaborado por la Secretaría de Asuntos Electorales (SAE) del PRD, a cargo de Dolores Padierna (Izquierda Unida). Dicho Plan se configuró el 5 de enero pasado y cuenta con una serie de objetivos tanto para el exterior como para el interior del Partido, así como una calendarización de eventos a realizar bajo la dirigencia de la Comisión Especial de Estrategia. En vista de que probablemente la mejor manera de analizar estos sucesos es comparar los objetivos con los resultados, a continuación se presentarán los objetivos que se pretendían alcanzar con esta elección, de acuerdo a la SAE, para después compararlos directamente con los resultados obtenidos, y hacer, de esta manera, una evaluación de lo sucedido.

El primer objetivo estratégico del Partido de la Revolución Democrática de cara las elecciones de mediados de año es permanecer como una de las tres fuerzas políticas relevantes en el Congreso. Sin lugar a dudas, la reciente elección, sin importar que tan cuestionada sea, no va a sacar al PRD de la triada de fuerzas políticas relevantes en el país y esto se ve reflejado en las últimas encuestas sobre preferencia electoral –de acuerdo a Consulta Mitofsky el PRD tiene un 12.7% de la preferencia mientras que el PAN tiene un 25.5% y el PRI 34.4% Pero la permanencia del PRD como una de las fuerzas políticas de mayor peso en México es consecuencia de la debilidad de los partidos pequeños , que entre todos sólo alcanzan un 4.6% de preferencia, más que de la fortaleza institucional del Partido. Valdría la pena preguntarse el efecto que esta última elección de marzo pudo haber tenido si existieran en México más de tres partidos políticos fuertes.

El segundo objetivo es incrementar el número de diputados locales en el Estado de México, así como recuperar presencia en Veracruz, Guerrero, Oaxaca, Tabasco, Tlaxcala, Morelos, Nayarit e Hidalgo. Este objetivo presenta un problema en cuanto a su análisis: no especifica qué se entiende por “recuperar presencia” por lo que nos vamos a enfocar con la primera parte del mismo. Actualmente el PRD cuenta con 20 diputados en la LVI Legislatura del Poder Legislativo del Estado de México. Solamente el PRI tiene una mayor cantidad de diputados con 21; el PAN tiene 20. Sería difícil aventurarse a decir si el PRD va a conseguir más de 20 diputados en las próximas elecciones, sin embargo en este último proceso salieron a la luz pública dos hechos que pueden tener un impacto directo sobre el presente objetivo. El ganador de la candidatura a presidente municipal, por el PRD, en Coatacalco, Alejandro Gamiño Palacios, quien ya fue alcalde por el PAN en el periodo 1996-2000, estuvo preso por dos años en el Reclusorio Sur acusado por delitos contra la salud. Por otro lado, el candidato a Presidente Municipal de Ixtapaluca, también por el PRD, Mario Moreno Conrado, se encuentra bajo arraigo domiciliario por el mismo delito. Sobre este hecho, el líder nacional del PRD ha expresado que es un movimiento político netamente falso, por parte del PRI, cuyo único objetivo es debilitar al partido de cara a las elecciones. Pero es muy probable que estos hechos tengan algún impacto en las futuras elecciones.

El tercer objetivo es ganar más votos que en otras elecciones en los Estados de menor presencia perredista: Baja California, Sonora, Sinaloa, Jalisco, Colima, Yucatán, Tamaulipas, Nuevo León, Coahuila, Chihuahua, Durango, Aguascalientes, Guanajuato, Querétaro, San Luis Potosí y Puebla. Una vez más, este no es el espacio para llevar a cabo un análisis prospectivo sobre las posibilidades reales de cumplir este objetivo, pero aún así las encuestas nos pueden ayudar a dilucidar el posible panorama. De acuerdo a Mitofsky, en su encuesta sobre preferencias electorales, el PRD cuenta con un apoyo del 6.9% y 9% en las regiones del Norte y el Bajío respectivamente. Son zonas donde al PRD le ha costado mucho trabajo consolidar su presencia y aunque es difícil saber el impacto que pueden tener los eventos sucedidos a raíz de las elecciones del pasado 15 de marzo hay tres elementos que vale la pena mencionar: en primer lugar, hay que considerar que en Sonora el Partido suspendió la elección interna del 15 de marzo por falta de candidatos; en segundo lugar está el hecho de que el candidato por Nuevo León, Mario Fernández Quiroga, renunció a su candidatura por diferencias con la militancia, cuando tanto el PAN (Fernando Elizondo) como el PRI (Rodrigo Medina) ya tienen candidatos; y, finalmente tenemos que el único candidato que ya está aprobado por la Comisión Política Nacional del PRD en estos Estados es el expriista Juan Ramiro Robledo Ruiz en San Luis Potosí. Como veremos más adelante este tipo de acciones difícilmente nos hablan de que el PRD está proyectando una imagen de unidad y cohesión.

El cuarto objetivo es tener más presidentes municipales. Actualmente el PRD tiene el control de 411 Municipios siendo los Estados de Michoacán (52), Oaxaca (47), Chiapas (40) y Guerrero (40) aquellos con mayor presencia. De estos cuatro Estados, solamente Oaxaca (PRI) no es gobernada por el PRD. Este hecho nos puede permitir aventurar la hipótesis de que podría ser posible que el PRD ampliara su presencia en los otros Estados que Gobierna: Baja California Sur (4), Distrito Federal (14) y Zacatecas (30). Pero también sería cierto lo contrario: que el PRD podría perder presidencias en los Estados donde su presencia y aceptación es menor (el norte del país y el Bajío).

El quinto objetivo es influir en el ánimo de la población, el cual está muy ligado con el sexto que es incrementar la capacidad de decisión en el rumbo del país. En el último año la identidad partidista del PRD ha pasado de estar en un máximo de 13.9% en abril del 2008, a un mínimo de 9.3% en noviembre del 2008. De acuerdo a los últimos datos disponibles (febrero 2009), el 11.8% de la población se identifica con el Partido. Complicado decir que el proceso del 15 de marzo va a servir para incrementar esta cifra de una manera muy drástica, pero tendremos que esperar hasta que pasen un par de meses como mínimo, para ver el verdadero impacto de éste sobre la capacidad del partido del sol Azteca para cumplir estos dos objetivos. Sin embargo no se ve como puedan cumplirlos en mayor medida que años previos si la imagen que se está planteando en el imaginario a partir de las elecciones de marzo es la de un partido con muy fuertes divisiones internas.

Finalmente, el PRD también se planteó tres objetivos estratégicos como partido. El primero de estos es: conseguir la cohesión política de la dirigencia nacional y en los comités estatales; seguido por la intención de proyectar hacia los electores una imagen de unidad en los temas fundamentales; y por último: fortalecer los vínculos con los movimientos sociales. Para efectos del presente análisis el tercer objetivo no nos sirve, pero los primeros dos son de una importancia mayúscula. Imposible hablar de cohesión política, tanto en la dirigencia nacional como en los comités estatales, cuando se relaciona a la corriente de Jesús Ortega (Nueva Izquierda) como la gran perdedora, en contrapartida a la Bejaranista, de los comicios y cuando grupos de inconformes están realizando plantones y movilizaciones en diferentes estados para expresar su inconformidad por haber quedado excluidos de las listas de candidatos.

En conclusión me parece que es evidente que las pasadas elecciones fueron un paso en la dirección contraria para el PRD. Sus procesos, sus instituciones, su disciplina partidista e inclusive sus candidatos fueron exhibidos en los medios a nivel nacional. Era una oportunidad de oro para el partido del sol Azteca ya que tanto el PAN como el PRI estaban optando por sacar candidatos de unidad y, de esta manera, evitar los procesos de democracia interna en los partidos. El PRD tenía la posibilidad de levantar la bandera de la democracia interna, pero al parecer la bandera que están izando es la de la polarización y la fragmentación. Habrá que esperar a las elecciones de medio año para saber el impacto real de este proceso. Lo que queda claro es que el PRD se va a tener que esforzar mucho para alcanzar sus objetivos estratégicos, ya que estas elecciones solo sirvieron para enlodar el ya de por sí sinuoso camino.

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